domingo, 31 de diciembre de 2017

Para Las Hermanas Magus: La ladrona y el dragón - Parte 1

Para Las Hermanas Magus: La ladrona y el dragón


(Iba a escribir esta historia en una sola entrada, pero me pareció demasiado larga para el concepto de relato corto que tengo en mente. Además, como va dirigido a dos maravillosas hermanas, he considerado que no sería mala idea partirlo por la mitad. Así de mala soy. XD)



(Dragón sacado del Pathfinder)


PARTE 1


Al fin había llegado el gran día. Farolillos decoraban las calles mientras los cantos, las risas de los niños, resonaban por doquier. La hoguera, símbolo del festival de la cosecha, ardía en el centro de la plaza aportando calor y jolgorio a quienes se habían reunido para compartir unos momentos mágicos. El olor de la comida, las carnes a la brasa, la cerveza recién extraída de sus barriles o las manzanas acarameladas recordaban lo ya establecido: había y seguiría siendo un buen año. El dragón estaba contento.

Sin embargo, a unas cuantas millas del festejo, en una mansión rodeada de jardines exuberantes entre cuyas paredes se estaba llevando a cabo otra fiesta reservada a los altos cargos y a la nobleza, dicho dragón se aburría como el castor harto de roer madera, acostado junto a un río para ver las truchas pasar.

Bostezó.

«Cada año igual…»

Y así era… o al menos así lo había sido desde el tratado de paz entre dragones y hombres. Estas primeras, bestias místicas de fuego y sabiduría ancestrales, habían llegado a una conclusión tras ver a los suyos menguar a manos de los que se reproducían más rápido que las cucarachas: dejar sus diferencias a un lado y unirse para un posible futuro sin sangre inútilmente derramada. A cambio de un diezmo de las ganancias de la zona y de tierras para uso personal, protegerían los territorios asignados sobre los cuales podrían volar libremente a salvo de flechas de hierro o pernos de acero. Wyverns, quimeras o gigantes no se atreverían a traspasar las fronteras invisibles establecidas por miedo a ser transformados en montones de huesos y ceniza. 

La paz, la prosperidad, habían al fin encontrado su verdadero significado.

Eso sí, con los años, y años posteriores a esos años, muchos fueron los territorios cuya gente fue olvidando los nombres originales de sus naciones para rebautizarlas con el nombre del dragón protector en cuestión. Ricks, tierras del este, comarca del dragón de rayo… Mercuria, protectora del litoral del oeste, región donde se encontraba hasta la fecha la ciudad portuaria más grande jamás conocida… o, por ejemplo, Kirim, dragón de fuego, dueño de las joyas bajo la superficie, cancerbero de las tierras fértiles meridionales… y anfitrión de una fiesta que estaba obligado a repetir en las mismas fechas para la satisfacción de sus protegidos que seguía teniéndole muerto de aburrimiento.

Volvió a bostezar. Las horas no parecían avanzar. No, no siempre había sido así y sí, había llegado a disfrutar de estas celebraciones, unos años más escandalosas y depravadas que otros. Los humanos, eso tenía que admitirlo, eran… divertidos. Podían ser utilizados, manipulados, si se movían los hilos adecuados… pero también podían ser de grata compañía, aunque, otra vez, de eso había mucho. Si bien Kirim en persona había creado este festival y, por pura curiosidad, había optado por una apariencia humana para una mayor comunicación con la especie inferior, estaba ahora cansado de tanta repetición. Algo en él añoraba el cielo sin condiciones… la verdadera libertad… la excitación del combate. Todo era bueno…salvo esto. Y, no obstante, seguía allí, sentado, aburrido, manteniendo las apariencias. ¿Cuánto había pasado ya? ¿Cuántos cuerpos o formas había adoptado? ¿Cuántas generaciones de humanos más tendría que soportar antes de…? ¿De qué?

Se levantó para mirar por la ventana, ajeno a la música y el tintineo de las copas chocando las unas contras las otras. Observó el pabellón al otro lado del sendero de gravilla. Vacío.

Suspiró.

Aquella construcción ahora abandonada había sido un intento de lidiar con el aburrimiento que lo corroía por dentro. ¿En qué consistía? En un pasillo rodeado de columnas y unas puertas… directas al gran tesoro. Sí… el tesoro… el famoso tesoro, razón de vivir de todo dragón que se conociese. Fortunas, montañas de oro, piedras preciosas, antigüedades más valiosas que páramos enteros… Todo ello y más al alcance de cualquiera… o tal vez no.

—Mi señor, va a dar inicio el baile.

Los ojos rojo sangre enfocaron al sirviente sin maldad. El dragón asintió levemente con la cabeza antes de dar una respuesta verbal y regresar a su estudio del exterior de la mansión.

—Ahora voy. Gracias.

Una reverencia… previa a unos pasos que comenzarían a alejarse para mezclarse con los de la multitud.

Recordó el día de la inauguración del pabellón. Había permitido a los interesados acceder a esta parte de sus instalaciones con un objetivo muy concreto: anunciar al mundo entero lo siguiente.

—Detrás de estas puertas descansa mi tesoro en su totalidad. Invito, a quien lo desee, intentar venir a cogerlo. Juro, aquí y ahora, que no detendré «personalmente» a quien se atreva a probar suerte. Permitiré que, una vez alcanzada la cámara escondida, pueda llevarse tanto cuanto sus manos puedan llevar o su espalda cargar. Buena suerte.

Y suerte serían lo que necesitarían… además de muchas más aptitudes… aparte de lo de ser capaces de mover aquellas gigantescas puertas de piedra, tarea maquiavélica para un solo humano. Recordó en ese momento haberse reído… un acto que escasearía con el tiempo.

Muchos fueron los que lo intentaron. Algunos llegaron incluso, con el trabajo en equipo y explosivos, hacer saltar una pared lateral del edificio para acceder al interior de tal construcción. Regresaron… aunque con manos vacías y lágrimas resbalando por sus rostros. Las puertas no eran más que el primer paso a superar, la punta del iceberg perceptible desde una embarcación. El gigantesco laberinto de sus profundidades, así como sus trampas y misterios ocultos, eran el verdadero reto… un reto que nadie había superado hasta la fecha.

Se dio la vuelta para dirigirse al salón de bailes. Después de todo, le gustase o no, seguía siendo el anfitrión. 

Sí… muchos fueron los que lo intentaron, pero de eso había ya tanto que incluso los arquitectos que había contratado Kirim, al igual que los obreros, habían desaparecido dejando tras ellos a los nietos de sus nietos. Ya nadie sentía la curiosidad de lo que escondía tras tal juego macabro o acudía a este lugar por necesidad. Además… no era solo el pabellón, sino tener que encontrar una manera de acceder a la mansión sin ser vistos. Saltar la verja de entrada o uno de los muros… Hasta parecía haberse convertido más en una prueba de valor para los más pequeños que un objetivo para los mayores. Todo ellos sin olvidar que… ¿Quién querría robarle a un dragón?

Un olor muy sutil se hizo de pronto percibir. Demasiado ligero para un olfato humano, sería captado por uno más reptiliano. Unos labios que hasta entonces habían permanecido neutros sonrieron.

Alguien había entrado.


***



¡¡¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!!!


martes, 12 de diciembre de 2017

Para Purplebeauty: Leyendas del cristal

Para Purplebeauty: Leyendas del cristal


(Este relato, aunque proveniente de un encargo, me parece muy filosófico. Dado el panorama del mundo hoy en día... En fin. Invito a todo el mundo a debatir, dar sus ideas al respecto, así como finales alternativos. Siempre es interesante escuchar la voz de otros.)




Era la hora de salir de sus escondites. Tenían que darse prisa pues el tiempo apremiaba… pero nadie, salvo ellos, ellas, lo sabían.

Con sus diminutas manos, empezaron a buscar entre los escombros. Apartaron piedras, quitaron cascos, retiraron banderas… La nacionalidad, el color de las pieles… Todo ello importaba muy poco… así como la sangre allí esparcida, la mayoría ya tragada por la tierra o mezclada con el polvo. 

Encontraron lo que necesitaban… aunque esto no evitó que algunos de ellos intercambiasen miradas de preocupación.

—No será suficiente.

Unos pocos agacharon la cabeza, perdidos en pensamientos oscuros. No era suficiente… ni eran los suficientes. No daban abasto ni lo darían. La situación no podía seguir así.

Se detuvieron. Suspiraron. Gritaron por dentro. 

Uno de ellos, más atrevido, levantó para la vista de todos su hallazgo. Pequeña… La llama entre sus dedos era demasiado pequeña.

Apretó la mano para encerrarla con cariño. La volvió a abrir al rato. Sobre su palma descansaba ahora un cristal de color arena. Brillante, cálido… minúsculo…

—¿Qué nos está pasando?

Como una sola mente, todos comenzaron a recordar las historias, las leyendas sobre el gran cristal… el cristal primigenio… el inicio de todo. Decir que el mundo fuese más sencillo por aquel entonces habría sido una enorme tontería dado que no existía mundo en sí por el que vagar. Todo llegaría más adelante… mucho más adelante… con la aparición de los titanes.

Nadie sabe a ciencia cierta de dónde llegaron o cómo entraron en contacto con el cristal. Por ello se llaman leyendas. Eso sí, lo que sí que se sabía era que, gracias a ellos, surgió la mismísima existencia. A lo mejor no tal cual la conocemos hoy en día… pero iniciaron el proceso. ¿Cómo? A base de mordiscos, dientes gigantes lo bastante afilados para atravesar la materia más dura y hacer añicos aquella fuente de energía aún por aprovechar. De su alimentación, de las migajas esparcidas aquí y allá, brotaría el ciclo de la vida. De ello nacería la humanidad.

Sin embargo, como todo ciclo, toda cadena alimenticia, aquello que surge de un ser, por pequeño que sea, al ser ha de regresar… de una manera u otra. Los titanes habían dado la vida… pero de la vida se tenían que seguir alimentando para crear más, dar lugar a más. Allí aparecerían ellos. Su inicio. El inicio de los recolectores. Aquellos encargados de sintetizar el polvo de cristal de aquellos cuya mente ya se había distanciado del cuerpo para solidificarlo y transformarlo en alimento. Cristales de colores… según la preferencia de cada titán.

Un nuevo suspiro general se hizo escuchar. La situación había cambiado… y eran demasiado conscientes del hecho. Aquella tarea que se les había encomendado de eso hacía ya tantísimos años y que habían realizado con tanto ahínco ya no era posible. La humanidad misma lo había hecho imposible.

Si bien se creería que los titanes serían los únicos capaces de romper o recomponer cristales, poco se intuiría que los humanos, seres inferiores, serían capaces de realizar lo mismo, aunque a su manera. ¿De qué manera? La más destructora. Rompiendo y volviendo a romper los cristales una y otra vez para dar más vida, ser más, aumentar la familia.

«Antes era más fácil… Más… simbólico. Más bonito.»

—Son demasiados… y nosotros muy pocos.

Se taparon todos los oídos de repente. Ese sonido… ese estruendo… los desgarraba por dentro. El hambre… el gruñido del estómago del titán de tierra… y no tenían con qué alimentarle. No con el tiempo que tenían. No con las manos reducidas en número que eran.

—Otro terremoto está de camino.

Y otros llantos se elevarían al cielo llorando a los perdidos. Más sangre… más polvo… más todo.

Guardó el cristal en la bolsa que colgaba de su cintura e indicó a los demás que reanudasen la actividad. No cabía la desesperación en sus planes. No podía caber. Hasta el final… hasta cuando ya no serían capaces de frenar las lágrimas del titán de agua que gritaría famélico e inundaría las tierras, la ira del titán de fuego que haría brotar las llamas y la lava de su interior dando lugar a la sequía y la desertificación… Los huracanes del titán de viento…

Tenían que seguir recolectando, dando igual lo diminutos que fuesen los frutos de la cosecha. Era lo que había. Ellos no podrían cambiarlo.

Solo unas palabras más interrumpirían el silencio que se impondría entre las rocas y el olvido. Un par de palabras más…


—Necesitamos ayuda.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Para StarlightSo: De ángeles y gatitos

Para StarlightSo: De ángeles y gatitos


(It's not a vampire story... but I'm pretty sure you will like it ^^ Added a little extra for... you know... your fanservice XD) 





—Tienes que comer un poco más, cariño.

Sin levantar la cabeza, el niño pronunció las mismas palabras vacías que las mañanas anteriores.

—No tengo hambre.

Suspiro. La madre, tras esbozar una sonrisa incapaz de esconder la preocupación que crecía en ella al mirar a su retoño, se acercó a él y le acarició el cabello. Se quedaron en silencio unos segundos… hasta que ella cedió.

Le dio una palmadita en el hombro.

—Ale. A por la mochila.

El pelinegro de ojos azules salió disparado hacia la habitación.

—¡No te olvides de tu proyecto de ciencias!

—¡Vaaale!

Otra sonrisa se dibujó sobre el rostro femenino, mas, aunque sincera, desaparecería más rápido que la primera. Algo no andaba bien. Tal vez tendría que ir a hablar con el tutor de la clase. Para qué engañarse… Estaba casi segura de lo que se trataba. Pero… ¿Qué podía hacer? ¿Acaso no lo protegía ya lo suficiente? ¿Hacerlo de más no agravaría la situación?

—¡Vamos a llegar tarde!

—¡Ya voy!

«Hasta el último minuto…»

Una madre no puede simplemente darle al botón de apagado cuando se trata de su pequeño. Eso sí, si le es posible mejorar, por más pequeña que sea su aportación, la vida de a quién dio a luz, podrá seguir adelante y capear futuros temporales. Por ello y más, se pondría de rodillas ante las rejas del colegio y cogería las manos de su hijo entre las suyas.

—Todo irá bien. Ya lo verás.

El niño no la miró.

—Te quiero. Sé fuerte. Pronto acabará.

Era una mentira piadosa. Daba igual. La intención era lo que contaba.

El pequeño asentiría, sin ganas, paso previo a adentrarse en el oscuro mundo ante él. No era el lugar en sí lo que ennegrecía sus días… sino la gente. Todas aquellas miradas puestas en él de manera furtiva o descarada… y los rumores, susurros allí donde iba, impasibles, incansables, dañinos. El mejor modo de esquivarlos era caminar veloz hacia clase sin detenerse ni levantar la mirada. Ojos que no ven, corazón que no siente. Era la opción fácil… rápida… cobarde.

—¡Mirad quién ha llegado! ¡Alas quemadas!

—Veo que te has cambiado de pantalones. Los otros olían a pis.

—¿Te crees demasiado importante para no contestarnos?

Así empezaban sus mañanas. Dejaba la mochila junto a su pupitre mientras otros chicos lo rodeaban para soltarle los insultos que se habían inventado la noche anterior. Cuernos de minotauro, cola de dragón, garras de lobo… No importaba quiénes fuesen. Solo quería que lo dejasen en paz. De todas maneras… al igual que su madre, ¿qué podía hacer él para evitar estos ataques gratuitos? ¿Por qué a él y no a otro? ¿Qué había hecho mal?

Nada… salvo ser un descendiente de ángel caído. 

Raza maldita, repudiada de todos, aunque, socialmente hablando, con los mismos derechos que los demás, no le quedaba otra que aguantar lo inaguantable para obtener una educación mínima. Tenía que hacerse a la idea de lo que le esperaría el resto de su vida… empezando por una infancia que, a este ritmo, lo transformaría en adulto mucho antes de lo previsto. Así eran las reglas de este universo. Así las tendría que acatar.

—Sentaos todos. Va a empezar la clase.

Sin embargo, lo que no sabía y no sospechaba era que un par de ojos, siempre vigilantes, no soportarían ver este espectáculo por mucho más tiempo. Habría cambios… y ella se encargaría de ello.


***


—¡Dalhia!

—¡Helian!

—¡Virios!

Hora de educación física. Tocaba dividir la clase en cuatro grupos y los elegidos llamaban uno a uno a los candidatos para engrosar sus filas. Nuestro pelinegro, ya acostumbrado al rechazo, esperaría en silencio hasta ser la última opción elegida. No era un mal deportista… pero era así, sin más vuelta de hoja.

—¡Damon!

Las voces infantiles se callaron de repente para observar con descaro a la que se había atrevida a nombrar al maldito. Este, sorprendido, dirigió la mirada hacia aquella que movía sus orejas gatunas con entusiasmo.

Los demás ya pertenecientes al grupo se giraron hacia ella para desfigurarla.

—¡¿Estás loca?! ¡Él no!

—¡Ni siquiera saber volar!

—Los pingüinos tampoco… y mira qué monos son —añadió ella con una amplia sonrisa.

—Maya, si lo eliges a él, yo…

La pequeña sacó las garras.

—¡¿Tú qué?! ¡La líder soy yo! ¡Yo decido!

—¡Vale, vale! —contestó el segundo, asustado—. Tú mandas.

—Bien. —Agitó la cola con nerviosismo antes de volver a dirigirse al ángel frente a ella—. Vamos, pajarito. Eres mío.

Maya… heredera de la genética de los altos felinos de las nieves. Impredecibles y, sobre todo, dispuestos a jugar con sus presas hasta dejarlas sin aliento, literalmente o figuradamente hablando. Damon se quedó quieto un instante. ¿Era algo… bueno? ¿Malo? 

Echó a correr para ponerse a la derecha de su líder.

Ni bueno ni malo. Era un cambio.


***


—¡Juntad pupitres! Hoy toca práctica en pareja.

El chico lagarto sacó la lengua con desgana al tener que juntarse con el maldito. De no haber sido por el maestro a escasos metros de ellos, habría escupido sobre él sin remordimiento.

Se dispuso a soltarle el comentario ácido de turno en voz baja.

—Como te atrevas a tocar mis cosas, alas quemadas, pienso… ¡AY! ¡¿Qué haces?!

—¡Largo de aquí! ¡Él es mi pareja! ¡Búscate a otra!

Con mala cara, el chico lagarto se apartó frotando su cuello donde había impactado la colleja para así dejarle sitio a la gatita. Las miradas de los demás alumnos, como siempre, se habían centrado en este dúo un tanto peculiar.

—¡¿Qué miráis?! ¡Él es mío! ¡Mi pájaro! ¡Mi comida!

—¡Es un ángel caído, no un pájaro, tonta!

—¡Y tú un pekinés con lacitos! —le respondió de mala manera al chico lobo para que cerrase la boca de una vez por todas, lo que le permitiría anunciar lo que vendría a continuación más alto y fuerte que las exclamaciones anteriores—. ¡¡Si alguien, el que sea, tiene problemas con mi comida o conmigo, juro que lo…!!

—Sí, sí, Maya… —afirmó el maestro como el que trabaja un viernes y espera la hora de salida para irse de juerga con los colegas—. Lo hemos comprendido. Ahora siéntate.

Victoriosa, sin dejar de estar algo mosqueada por la interrupción, empezó a canturrear para ella misma. Giró la cabeza para transmitir esta alegría a su compañero.

Él, por primera vez en mucho tiempo, levantó una de las comisuras de su boca.

¿Era un cambio? Sí, definitivamente… y dudaba que para mal.


***


Se sentó sobre el primer escalón y dejó que las lágrimas resbalasen por sus mejillas. Un ángel no llora… pero… ¿uno caído?

Frotó sus ojos con las mangas, mas no sirvió de mucho. Sintió que ya no podía más. El mundo era demasiado injusto con él.

Juntó los puños y abrió sus manos diminutas. En ellas descansaban ahora algunas de las pocas plumas que quedaban en sus alas ya tan lastimadas por el paso de las generaciones. Pequeñas… plateadas… No era que no fuesen a salir de nuevo donde se las habían arrancado, pero… el dolor… la pena… todos esos… asquerosos…

Envidiosos de la nueva amistad que había brotado entre la gatita y el ángel, tres fueron los que, en los servicios del colegio, decidieron desplumar a aquel que no tenía fuerza en los brazos para repelerlos. Sí… volverían a crecer… y saldrían más hermosas que las anteriores… pero…

Una bolsa de plástico aterrizó junto a los pies del niño. En ella habían sido reunidos un buen puñado de escamas de dragón, plumas de fénix y pelos que olían a perro mojado.

—No te molestarán más.

Las lágrimas no dejaron de brotar. Estaba al límite.

—¡No lo entiendes! —gritaría a la felina sin intención de hacerle daño—. Si no soy capaz de defenderme por mí mismo, ¿de qué sirve todo esto? ¡Volverán! Ellos u otros…

—¡Y yo estaré allí para darles una paliza! —contestó ella para no dejarle seguir, aunque, visto lo visto, decidió bajar el tono y sentarse junto al que ocupaba su mente a todas horas—. Es cierto. Ahora, hoy, no puedes con ellos. Pero hoy no es mañana. ¡Los ángeles son fuertes! ¡Inteligentes! Más que nosotros…

Esperó unos segundos para proseguir, cabizbaja.

—Yo… sé que serás un gran ángel en el futuro. ¡Lo sé! ¡Lo huelo! Tienes potencial. —Pausó—. Yo… tú… Me das envidia… porque soy lo que soy…y nunca seré algo más. No como vosotros… Por eso no hice nada… al principio.

—Eso no es cierto.

Le pegó un golpe suave en las costillas.

—¡Claro que lo es! —Lo estudió con detenimiento—. Quiero que seas más fuerte. Más listo. ¡Más todo! Y les des tú una paliza a todos ellos cuando yo ya no pueda. Quitarle las escamas a un dragón es fácil ahora… pero dentro de veinte años… cuando mida veinte metros…

—No son tan altos.

La gatita se rió. Estos momentos eran absurdos… pero con encanto. Por ello y más le encantaba su ángel.

Antes de que la viese ruborizarse, acercó su rostro al de él y empezó a lamer las pequeñas gotas cristalinas repartidas por la cara del ángel. Él, impactado de primeras, acabó por dejarse lavar lentamente hasta que ella, satisfecha, se alejaría con un ronroneo muy ligero.

Se levantó y lo cogió de la mano haciendo caer las plumas olvidadas al suelo. Era ya cosa del pasado.

—Vamos, pajarito.

—¿Adónde?

—No lo sé… o espera. ¡Sí sé! ¡A por un crepe! ¡Él último en llegar paga! ¡Y no me digas que no sabes volar! Tienes piernas. ¡Corre!


¿Un cambio malo? No. Un cambio maravilloso.




Veinte años después…




—¡Maya, espabila! ¡Ya vamos con retraso!

La mujer gato aceleró el ritmo para tenerlo todo listo. Vestida, peinada, bolso preparado… Hoy era el día en que nombrarían a Damon uno de los guardianes del Séptimo portal… y ella se había quedado dormida junto a la chimenea.

—¡Perdóname «Oh gran ser celestial»! ¡No soy tan puntual como tú!

El ángel levantó una ceja y cruzó los brazos.

—¿Esta es tu defensa?

Sin pensárselo más, la felina pegó un pequeño salto para dar un beso fugaz a su enamorado. Él, incapaz de decirle que no, asentiría con la cabeza como quien da por aceptada una respuesta. Relajó la anatomía musculosa.

—Vale… Si tomo la cuarenta y dos, subo a los árboles del desvío y me meto por el sendero del lago, puedo hacerlo.

—Oh no.

La cogió en brazos.

—¡Damon, no! ¡Ya lo hemos hablado! Los gatos no…

—No pueden volar. Sí, ya lo sé. Peeero… puede ser llevados volando.

El joven estiró las alas, medio sintéticas, medio naturales. Lo que no puede hacer la tecnología…Tomó impulso y…

—¡El último en llegar paga el crepe!


martes, 21 de noviembre de 2017

Para Nocturna: La mecánica de la música

Para Nocturna: La mecánica de la música



Lo encuentran escondido entre bastidores. Está rezando. ¿Por qué motivo? Nadie está del todo seguro. Suerte… fama… poder seguir adelante otro día… Sea lo que sea, lo realiza en silencio, ojos cerrados, rodillas sobre un suelo polvoriento… ajeno al mundo que le espera allí fuera.

Se reincorpora cual autómata encargado de cumplir una función. Los primeros bullicios llegan a sus oídos. Está nervioso… mas esta vez es diferente a las demás.

Reajusta su chaqueta mientras se dirige hacia sus compañeros. Uno de ellos aprovecha la ocasión para pegar una última calada a su cigarrillo. El «sastre» reajusta y repara la piel del vocalista. Mira la espalda llena de cicatrices del cantante. No puede evitar suspirar mentalmente. No deja de ser el más joven del grupo. Roto… y vuelto a pegar… como todos ellos.

Los minutos avanzan, el líder recubre con otra capa de maquillaje la porcelana quebrada de su cara. ¿Cuántos años han pasado ya? ¿Cinco? ¿Siete? ¿Diez? Quién lo hubiese dicho… pero nadie debe saberlo. Es un secreto… un secreto que no deja de ser a voces. Han envejecido… y el tiempo no ha jugado a su favor.

Aparta la cortina para verlas. Allí están, todas ellas, pendientes de un regreso tan esperado. Una mueca se dibuja en su cara. Le duele la pierna izquierda. Tendrá que aguantarse.

Les informan de que ha llegado la hora de tomar posiciones. Como pequeñas hormigas obreras, corren de un lado a otro para la última comprobación de luces, efectos especiales o que los micros estén bien atados a sus cinturas. Falta poco. El nerviosismo aumenta.

Tira del cuello de su camisa para mirar el cardiometro hundido en su pectoral. El medidor, de un rojo intenso, está por debajo de la mitad. Ha llegado el momento de rellenarlo. ¿Con qué? Con las sonrisas de sus espectadoras, el soporte incondicional de sus fans… el amor hacia ellos. Para ello fueron diseñados… Para ello fueron programados.

Conciertos, giras, sesiones de fotos, entrevistas en la radio… Tenían y tendrán que seguir adelante, con más fuerza… con más originalidad… incluso si esto equivale a que sus cuerpo se quiebren. En sus vocabularios no puede existir la palabra obsoleto… ni medidor a cero… ni el olvido. Por eso los reparan… por eso reza… por eso lucha.

No es solo música. Es una guerra por la supervivencia.

sábado, 27 de mayo de 2017

Para Kilimanjaro: Ancient Circus

Para Kilimanjaro: Ancient Circus


(Me pediste una historia de elementales. Aquí la tienes con un toque más modernillo del que seguramente esperabas.)



Marte jugueteó con un par de orbes ígneos en una mano al igual que con esferas chinas antiestrés antes de levantarse y frotar enérgicamente la parte trasera de sus pantalones vaqueros. La hora se acercaba y, por más que hubiese repetido las mismas acciones una y otra vez, seguía sintiendo aquella tensión previa característica de su aparición en la pista.

—Irá todo bien… como siempre —le aseguró Boreal, el maestro de ceremonias reajustándose la corbata del traje. —Es una función como cualquier otra.

El joven respiró hondo. Su mente estaba intranquila, más con el sonido de fondo de mil y una risas, así como de personas hablando a la espera de que empezase el espectáculo.

—¿Y si nos acaban pillando?

Boreal arqueó una ceja.

—¿Pillando? —Una sonrisa maliciosa apareció en sus labios—. Que lo intenten. Sabes de sobra que somos más que capaces de defendernos… ¿o acaso lo dudas?

La confusión seguía presente en la cabeza del más novato del grupo.

—Pero… ¿Y si sospecharan? ¿Y si supieran que el truco no es en realidad… un truco?

El maestro de ceremonia se acercó para susurrarle algo al oído.

—Entonces se acabaría la magia, ¿no?

Se enderezó.

—Nadie quiere que se acabe la magia. Si no, la vida sería muy aburrida. —Le dio una palmada en el hombro—. Hagamos bien nuestro trabajo y todo saldrá bien… ¡y eso vale para ti, Céfiro! ¡Deja de arrancar el musgo del suelo con los dedos y ve a cambiarte! ¡Tienes diez minutos!

Un rostro cadavérico miró desde las sombras al maestro sin mover ni un músculo. De cuclillas en una esquina, se limitaba a frotar el suelo, lentamente, como si su entera existencia se limitase al estudio de las partículas del polvo. Por otro lado, su hermano, Argestes, acudió velozmente para levantarle como pudiese.

—¡Estaremos listos!

El maestro asintió. La ley de protección de animales prohibía o, al menos, fomentaba la desaparición de los seres vivos no humanos en las pistas o números programados. Por más que supiese que Céfiro era excesivamente cariñoso con sus aves de diferentes procedencias, era imposible dejar que entrase en escena con ellas de ahora en adelante. Se tendría que hacer a la idea por las malas.

—Bien. —Se dio la vuelta—. ¿Dónde está Sibila?

—¡Aquí!

—Informe.

—Todas las butacas están vendidas. Las de las diez también. Sigue aumentando el número de personas que reservan por internet. Adamantina se queja de que dejamos entrar demasiadas personas a la vez en su carpa. Eso estresa a sus serpientes. Por último, corren rumores de que la hija del primer ministro está entre el público. ¿Qué hacemos?

El hombre se estiró y enganchó el micrófono a su oído izquierdo.

—Lo que mejor se nos da. Improvisar.

Trompetas y música resonaron con fuerza mientras unas luces multicolores poblaron la arena. Era la hora… la hora de la verdad.

—¡Señoras y señores, con todos ustedes, Boreal!

Silencio. La nada. Una espera incómoda. El presentador se repitió con voz un tanto molesta y avergonzada.

—¡Señoras y señores, el gran Boreal!

Silencio nuevamente. Espera. Intriga. ¿Había ocurrido algo? ¿Era una espera programada? ¿Por qué no ocurría nada? En vez de ello, tanto música como luces empezaron a desvanecerse poco a poco, dejando al público casi en la penumbra. Con una incomodidad completamente palpable, los allí presentes empezaron a cuchichear entre ellos. ¿Estaban seguros en ese lugar cerrado? Con tanto atentado últimamente…

Una luz verdosa empezó a hacer su aparición en el centro de la pista. Más silencio. Más tensión.

Lentamente, unos rasgos mejor dibujados se definieron… unos colores más intensos se expusieron… Un frescor suave empezó a enfriar a los espectadores. Era como… irónicamente hablando, estar allá… a lo lejos… en aquellas tierras tan al norte… contemplando los esplendores de una verdadera aurora boreal.

Una voz se hizo paso a través de la ilusión.

—La magia nos rodea. Hace parte de nosotros. Vivimos, soñamos, amamos con ella. Hoy, aquí, esta noche, os invitamos a todos a verle la cara… para que no olvidéis que, mientras sigáis creyendo en ella… ella nunca os defraudará.

Boreal salió tranquilamente de aquella gigante llamarada esmeralda.

—Bienvenidos… a Ancient Circus.

Los aplausos se sumaron y redoblaron. Unos silbidos, más al fondo, mostraron el entusiasmo y la euforia de los más excitables. Numerosos eran los teléfonos que podían ser vistos grabando la función. No les importaba. Al menos así, tras una máscara, podían ser lo que de verdad eran sin esconderse. Mostrar sus talentos… sus esencias… y nadie los dañaría.

—La magia… como estaba diciendo… hace parte de nosotros —repitió el maestro de ceremonias—. Sin embargo, ¿qué es la magia exactamente? ¿De qué está compuesta? ¿Cómo la podemos materializar? —Hizo una breve pausa—. Emprendí un largo viaje en busca de respuestas… ¿y sabéis lo que encontré?

Estiró la mano de la cual salió el fantasma de una rosa azulada que se desvaneció al poco tiempo. Sonrió.

Os lo mostraré. ¡Así que… sin más preámbulos, os invito a mirar al cielo y dar la bienvenida a los Ícaros!

Dos seres celestiales se manifestaron entonces acariciados por una tenue luz blanca… mas no era cómo dicha luz hacía brillar la purpurina de sus maquillajes lo que llamaba la atención, sino las angelicales alas que salían de sus espaldas para realizar una entrada por todo lo alto. Céfiro y Argestes, Argestes y Céfiro… los hijos del viento.

No… Ancient Circus no era un circo como los demás. Sus trapecistas no eran verdaderos trapecistas ni sus escapistas verdaderos escapistas. Eran sin más… ellos mismos… elementales… disfrutando de la exhibición de sus dones naturales. Fuego, viento, agua, tierra… allí reunidos… en familia… para el goce visual de los más pequeños. Allí podían ser ellos mismos sin llevar trajes ni corbatas, sin tener que adaptarse a horarios de camareras o a las obligaciones de un bombero. Era cierto que, posiblemente, malgastaran sus poderes en el negocio del entretenimiento… pero la humanidad no estaba preparada para sus existencias tan poco comunes. Lejos de laboratorios, lejos de interrogatorios y normativas… libres de viajar.

Permitían así pues que terceros observasen los dragones de fuego de Tiamat, el tragafuegos, el equilibrismo imposible de Gaia sobre estructuras de tierra y piedra que ella misma recreaba en sus momentos libres… los malabarismos llenos de chispas de Marte, su joven promesa… Payasos, volatineros, acróbatas… sin olvidar el castillo de hielo de Freya o la jungla de serpientes de Adamantina en carpas exteriores. Todos ellos bajo un mismo techo… para una noche mágica… en un lugar mágico.








sábado, 6 de mayo de 2017

¡Grandes noticias!

¡Grandes noticias!


¡Aloha a todos!

Sí... han sido casi dos meses muy largos sin publicar historietas... pero qué le vamos a hacer. La vida se resume a más de un blog y, os lo aseguro, he estado bien ocupada. ;)

¡Una buena noticia! ¡Estoy negociando con una editorial la publicación del tercer libro! Os iré diciendo qué según vaya llegando la información. Mientras tanto, si no me veis por aquí es porque estoy ocupada, entre otras «múltiples cosas» con el cuarto manuscrito. Ya tengo unas cincuenta páginas, así que no es hora de dejar mi proyecto principal a medias.

Un beso a todos y, no lo olvidéis, podéis contactarme cuando queráis por facebook, twitter o aquí mismo. 

¡Buen fin de semana!




Para Azazel: Os doy mi pésame

Para Azazel: Os doy mi pésame





Heme aquí con unas rosas en las manos. No serán las más bonitas del planeta, pero son las que me puedo permitir. Heme aquí con unas rosas delante de una tumba, aunque, visto lo bien, está vacía… o de momento. Qué extraño… y… a la vez… no…

Me siento en un banco no mucho más lejos. Como era de imaginar, el cementerio está casi vacío, repleto de cientos de flores artificiales más bonitas que las mías. Bajo la mirada. Reflexiono. Es verdad. ¿Quién, en su sano juicio, vendría a llorar a los difuntos si ni siquiera es capaz de mantenerse de pie? Los supervivientes… y ni eso… porque sí, el mundo está enfermo… y es una pena.

Regreso a casa arrastrando los pies. No sé qué hacer. Da igual lo que haga, no parece que esté acertando con mis acciones. Yo que creía… haber estado haciendo el bien, ser solidario con los demás… mostrar interés hacia los demás. Ayudarles…

Tiro las rosas a la basura y enciendo la tele. Seis, siete, ocho minutos de publicidad. Cremas faciales… el coche más potente… el mejor test de embarazo… y programas más manipulados que mi comida supuestamente vegana, sin gluten, sin lactosa, sin gracia. Decido apagarla. Me froto los ojos… y nada.

El teléfono vibra en mi bolsillo. Lleva así todo el día… ¿y para qué? No lo sé. Algo de un grupo de chat, una salida de fiesta a la que no asistí, un viaje al que no iré, planes que no consideraré. Tengo la impresión de que las amistades que me quedan, si es que me quedan, me utilizan para desahogarse de sus propias miserias. Hoy es un día fúnebre y no estoy de humor para eso.

No quiero que la música me engañe… ni que un baño caliente me reconforte. Quiero gritar… llorar… quejarme de todo lo que me rodea, de todo lo que los demás piensen y hagan… pero… ¿Cuál sería la diferencia? ¿No me haría eso ser… como ellos?

Cojo el portátil de mi habitación con rabia y lo estampo contra la pared. No estoy contento ni lo estaré. No cuando siga teniendo que poner en un post de mi perfil mi estado emocional para que alguien me llame y me pida de ir a tomar un café… No en un mundo donde mis imágenes retocadas con photoshop muestren que necesito yo ayuda… que alguien se interese por mí sin que tenga que rogar para que me hagan caso, ya que… creo que mis palabras han perdido el valor que tenían desde hace mucho.

Desconecto la tele, quito la batería a mi móvil y me divierto lanzando las piezas separadas por la ventana. No quiero incendiar la tienda de al lado para que la gente se fije en mí, ni grabar mi culo desnudo y subirlo a internet para tener likes de unos desconocidos que me olvidarán en menos de un día. Así no. Nunca. Jamás.

Esa tumba… Esa tumba está vacía porque aún no es mi momento y lo sé… pero quiero que sepáis, sí, vosotros, que me hacéis sentir cada día como si fuese el último… y quiero que lo interioricéis.

No, no soy gay… ni transexual. No, no soy vegetariano, ni feminista radical, ni partidario de una política en particular. No iré a votar porque no me interesa, ni mataré para captar la atención que tanto ansío. Soy yo. Solo yo… y no, no estoy loco. Vivo en el planeta en el que me obligaron a vivir… y no me estoy muriendo de cáncer ni tengo síndrome de Down. Ni famoso, ni drogadicto… ni un ángel, ni un monstruo. Solo… yo…

Vosotros… todos vosotros… ya sé que tenéis vuestros propios problemas… vuestras propias familias de las que cuidar… pero me siento solo en este mundo donde tantas puertas están abiertas… y más aún cerradas… y eso os da igual.

Así que hoy, mañana, pasado mañana, os seguiré dando mi pésame… porque me habéis condenado antes ni siquiera de conocerme… y os odio por ello… a todos y cada uno. Os odio… y eso no hace de mí un emo. Hace de mí un humano… en un mundo de robots sin alma ni corazón. 

Os habéis vendido al mejor postor. No vengáis llorando más tarde. No más rosas… no más yo. Artificiales sois y artificiales permaneceréis… como las flores de unas tumbas que pronto ocuparéis.


lunes, 20 de marzo de 2017

Fallas 2017 – Arte efímero

Fallas 2017 – Arte efímero



Así es… Oficialmente, han acabado las fallas de este año 2017, pero no por ello tenemos que olvidarlas tan rápido o dejar que la magia de estas creaciones desaparezca como polvo de hada. Os haré pues una pequeña recopilación de lo que podíais ver por las calles de Valencia tanto para los que ya estabais allí presentes como para los que no pudieron desplazarse hasta esta capital de la Comunidad Valenciana.

¡Vivan las Fallas!

Empezaremos entonces con las ganadoras de este año 2017 que, casi seguro, ya habréis visto en otro artículo, telediario… y seguiremos progresivamente con algunas de las temáticas más vistas. Eso sí, para los que no conozcáis Valencia, hay fallas, sí, pero nadie os dice que hay MUCHAS... y cuando me refiero a muchas, son muchas (casi cada calle tiene una, aunque sea diminuta) de las cuales han sido premiadas un montón dependiendo de la categoría. Dicho esto, empecemos.

Ganadora y algunas de las Fallas de la sección especial del año 2017
Primer premio: Eterna Seducción (más de 22 metros de altura –L'antiga de Campanar)




Valencia ha estado llena de colores, mensajes y vida estos últimos días. Por otro lado, ha sido la ocasión perfecta para hacer un viaje alrededor del mundo, en especial a los países asiáticos, más que adecuados para una comparación con el sistema económico y social que hay actualmente en la Comunidad Valenciana.






(Como podéis observar, había mucha gente también. Si no me equivoco, Valencia esperaba más de un millón de personas este año. Una imagen vale más que mil palabras.)

No nos olvidemos de los bailes de máscaras...




Y quien dice viaje, dice cine y animación. Sea de manera satírica o para divertir a los más pequeños, quien buscaba bien podía encontrar pequeñas joyas aquí y allá repartidas.





(Fans de Star Wars, espero que hayas tenido suficiente con el contenido que había repartido por doquier, porque si no he visto unas... diez princesas Leia...)




¿Por qué el cine? Porque es una manera útil de expresar que, justamente, la realidad es de película. Detrás de todas estas bellezas se esconde un secreto a voces que, obviamente, incluye la cara más ecuménica de la moneda. Sí, querido lectores, los falleros, y falleras, también son víctimas de los recortes y de normas a veces un tanto cuestionables, de ahí que hubiese tanta referencia a la JCF (Junta Central Fallera) este año.




Y no, no era la única crítica. Desigualdad social, de género, crítica al sistema educativo... pero, por encima de todo, y como no podía faltar, crítica al sistema político español.



Y Trump... Trump everywhere...



Por otra parte, no todo eran críticas. Si bien la mayoría de la gente se deleita con las fallas mayores, admiro también el trabajo de las fallas infantiles. Basta con ver unas pocas para saber el trabajo que hay detrás, así como el amor en cada ninot creado.




¿Solo contenido para niños? Ni por asomo. Si bien el lado satírico se lleva la palma, basta con ver la falla ganadora de la sección especial para ver la faceta más erótica de este arte (desnudo integral a la derecha de una mujer haciendo pole-dancing). Añado un par de fotos más al respecto y me quedo corta.



¿Qué más contaros? ¡Ah, si! De camino a ver a La Virgen de los Desamparados (donde se realiza una ofrenda de flores hasta completar la estructura, como os lo mostraré más abajo) podemos encontrarnos de todo, desde bandas musicales, las preciosas falleras, hasta fallas hechas enteramente, o casi, de madera pura, sin pintura ni añadidos. Todo no tiene porque ser igual...







Animales... tantos animales...



Quedaría así comentaros que Valencia cobra, de esta manera, otro tipo de vida. Con la mascletà (petardos a mansalva), los fuegos artificiales, las verbenas, la nit del foc, la cremà... Por más fotos que os pueda mostrar, es algo que se tiene que vivir para sentir. Os recomiendo igualmente, si tenéis un momento, que busquéis vídeos de los juegos de luces de la calle Cuba-Literato Azorín (que se llevó el primer premio en la categoría de iluminación). Con su homenaje a cantantes como, por ejemplo, David Bowie, dejaron al público boquiabierto. Si podéis asomaros, aunque sea durante unas horas, para verlas en los años consecutivos, no lo dudéis. Ahora bien, hay, como lo he dicho más arriba, mucha gente, dificultades para aparcar y, para los que no son fanáticos del ruido, mucho petardo (la despertà del domingo por la mañana remata a cualquiera). Quedáis avisados. XD




Por último, os dejo unas fotos más que, para mí, son preciosas y que no necesitan presentación para estar aquí expuestas. Me habría encantado mostraros más sirenas y gladiadores, pero este post ya se está haciendo muy largo y quiero dejaros con las suficientes ganas para que vayáis el año que viene a verlas.





¡Espero que os haya gustado!