domingo, 26 de febrero de 2017

¡Empiezan las Fallas!


¡Empiezan las Fallas!


¡Aprovechad e id a verlas porque ya son consideradas patrimonio inmaterial de la humanidad!

Os iré subiendo un par de fotos de las de Valencia según vaya recorriendo las calles a lo largo de estas dos semanas.

¡Vivan las Fallas 2017!

(Fotos de la inauguración en las Torres de Serranos)








(Y esto es cuando te das cuenta de que estás debajo del cañón de los confetis XD)



#Sompatrimoni #Falles2017

lunes, 20 de febrero de 2017

Para Heracles: Cómo no cagarla si se te ha olvidado San Valentín

Para Heracles: Cómo no cagarla si se te ha olvidado San Valentín

(Con amor... pero a distancia.)



Hoy es 15 de febrero. Te despiertas como cualquier otro día y te dispones a desayunar. Junto a ti, tu novia te mira mosqueada.
a) Supones que has hecho algo mal.
(Pasas a la ruta 1)
b) Estará con la regla
(Pasas a la ruta 2)
c) Ni idea, pero entras en modo alarma.
(Pasas a la ruta 1)
d) ¿Qué mirarás en Netflix esta noche?
(Pasas a la ruta 2)

RUTA 1
Sientes que un sudor frío empieza a expandirse por tu espalda. La criatura de ojos asesinos empieza a sacar las garras y a mostrar sus colmillos.
a) Te disculpas. No sabes por qué, pero te disculpas como si no hubiese un mañana. Quieres salir vivo de la habitación.
(Pasas a ruta 3)
b) (Diplomacia) Recapacitas sobre tus últimas acciones. Los segundos vuelan y te estás quedando sin tiempo. Optas por lanzarle un hechizo de confusión y le sacas otro tema. Le propones que elija ella lo que vais a ver esta noche.
c) Le preguntas a costa de tu vida. A veces es preferible conocer la verdad que morir en la ignorancia.
(Pasas a ruta 4)
(No tienes el nivel requerido) Has fallado… y lo sabes.
(Vuelves a la ruta 2)

RUTA 2
La habitación empieza a teñirse de rojo y un sueño extraño entubece tu cuerpo. Sientes frío. Mucho frío. La muerta está cerca.
a) Pides clemencia. Eres demasiado joven para morir. Harás lo que sea con el fin de volver a ver la luz del día.
(Pasas a la ruta 5)
b) Te obcecas. Nadie pasará por encima de ti. ¡NADIE!
(Pasas al final 2)
c) Lanzas una pokeball.

¡No puedes encerrar a tu novia en una pokeball! ¡Serás cazurro!
(Pasas al final 2)

RUTA 3
El monstruo te mira indeciso. Te plantea una pregunta de cuya respuesta dependerá tu salvación o tu condena.
¿Por qué te disculpas?
a) (Súplica: -5 virilidad) No lo sé, pero haré lo que sea para compensarte. Eres lo más importante para mí y, si te he fallado, perdóname.
(Pasas a la ruta 5)
b) (Sinceridad) Ni idea. (¿Has hecho algo malo, en el fondo?)
(Vuelves a la ruta 2)

RUTA 4
Con sed de sangre, te restriega que te has olvidado de una fecha «vital» para ella: San Valentín.

a) Te disculpas.
(Pasas a la ruta 5)
b) (Orgullo: +5 Macho man) ¿San Valentín? Esta chorrada es solo una técnica asquerosa de marketing.
(Vuelves a la ruta 2)
c) ¿Estás enfadada por eso?
(Vuelves a la ruta 2)
d) (As en la manga) Corres a la habitación y sacas ese collar CARÍSIMO que guardas en caso de emergencia. Se lo entregas asegurando que te has equivocado de día y que no era tu intención olvidarlo.
(Pasas al final 3)

RUTA 5
La abominación saca una hoja gigante (en otras palabras, A3) del armario con una sonrisa malévola. Ves en ella escrito un contrato que te implica de por vida.
a) Aceptas
(Pasas al final 1)
b) Lo rechazas
(Vuelves a la ruta 2)

FINALES
FINAL 1
Has apaciguado a tu ama y señora, porque sí, acabas de firmar tu contrato de esclavitud. Sobrevives, pero a un alto precio...
(Mira que olvidar el día de los enamorados…)


FINAL 2
¡Bah! Al menos en el infierno tienen Netflix.

Mueres descuartizado.


FINAL 3
¡Enhorabuena! Has calmado a la bestia. Sales vivo de la mazmorr… quiero decir, del comedor.



martes, 14 de febrero de 2017

Para Princesse: Almas gemelas

Para Princesse: Almas gemelas


Hoy, para San Valentín, quiero dedicar esta historia a una muy buena amiga… porque todos nos merecemos que nos digan, al menos una vez en la vida, que importamos. Da igual el tiempo, o el lugar, seremos, y somos, la razón de vivir de alguien que nos necesita más que todo en este mundo. No nos «urge» realmente tener un día oficial para representar estos sentimientos, pero... ¿por qué no? Princesse, si esto te hace feliz, me hará feliz también. Esta es la esencia que tenemos que transmitir, ¿no?





Todos tenemos a alguien a quien estamos destinados y nos es destinado, para bien o para mal. Todos tenemos a una persona con la que reír, llorar, soñar… por encima de todos los demás. Todos tenemos un alma gemela… por más simple o complicada que sea.

Eso es lo que se dice… Eso es lo que se cree… pero…

¿Y si no fuese todo tan fácil? ¿Y si, por el motivo que fuese, tu ser querido, tu alma gemela se encontrase en el otro lado del mundo? Sencillo, me responderíais. El destino haría que, inevitablemente, os cruzaseis en un momento u otro para daros cuenta de vuestras mutuas existencias. Además, los humanos estamos ciegos por naturaleza, o, dicho de otro modo, con los sentidos atrofiados. Podemos tener al ser amado junto a nosotros desde nuestra más tierna infancia y no percatarnos del ínfimo detalle hasta ya mucho más adelante. ¿Destino, otra vez? ¿Madurez de las almas? Sea como sea, así somos. Así de simples… así de complicados.

Sin embargo… una versión se nos sigue escapando. ¿Cuál? La más básica… y la más dolorosa. La que nadie quiere tratar… pero en la que todos piensan. Sí… estamos hablando de la separación de las almas gemelas por causas que escapan a nuestra lógica. Un accidente de coche… un experimento que salió mal… una enfermedad incurable… Da igual el inicio… pues todos tienen el mismo final. 

En resumen… ¿Qué ocurriría con aquel, o aquella, si llegase a desaparecer su ser querido de la faz de la tierra de la noche a la mañana? ¿Destino, una vez más? ¿Estará condenado dicho ser a vagar por la vida hasta su respectiva muerte al igual que el agapornis cuya pareja dejó de existir? ¿Tomará, como en las películas de terror, el cuerpo de un tercero para regresar al lado de su amado o amada? Es posible que, simplemente… no ocurra nada… pues sin un alma gemela… ya no existe amor, sino una ilusión capaz de mantenernos activos hasta que nuestros cuerpos ya no sean capaces de moverse. Combatir para seguir adelante con una falsa realidad. ¿No son, acaso, los seres humanos mentirosos por naturaleza? ¿No son, acaso, demasiadas preguntas para el poco tiempo que tenemos? Tal vez sí… tal vez no… 

Esta es mi versión… la que quiero compartir con vosotros… por más que duela… por más que el destino quiera jugar con nosotros y alejarnos de lo que más anhelamos, en el fondo de nuestras corazones. He aquí la historia de mi princesa.


***


Apoyado contra una pared que no lo sujeta, levanta la cara y la mira. No sabe dónde está, no sabe cómo ha llegado aquí, pero, simplemente, está. La observa dormir, plácidamente, sin pesadillas. Este sentimiento de paz le llena como un vaso de agua que tendrá que vaciarse en algún momento, sin más razón de ser.

Por la ventana, las primeras luces del alba empiezan a hacer su aparición. Pronto se despertará y el mundo se la llevará hacia donde el destino la obligará… pues todos, absolutamente todos, estamos atados a él con una cadena que nadie romperá jamás. Da igual. Unos minutos más… solo unos minutos más…

Suena el despertador. Ella, a regañadientes, se levanta. Un día más como los demás… sola, como cualquier otra mañana… triste en su interior, como cualquier otra mañana…

Él se aparta de su camino, pero en vano. El resultado, de todas maneras, es el mismo. No le verá, no lo sentirá… y así una vez tras otra… y otra… hasta que… ¿qué? No lo sabe. Ni se lo pregunta. En vez de ello, la observa, sin descanso, sin llegar a hartarse nunca de lo que tiene a escasos metros de su cuerpo… pues está enamorado de su pelo enmarañado, de sus bostezos matutinos… del color de sus ojos…

No sabe cuánto tiempo hace que la sigue, ni intenta saberlo. ¿Obligado a hacerlo o por voluntad propia? No recuerda ni su nombre… ni su propio aspecto… gran olvidado de los espejos. No le importa. Nada de todo esto le importa. Mientras ella siga, él seguirá.

Se sienta sobre uno de los pupitres allí presentes. Ella, ante él, intenta mantener el silencio en clase, tarea difícil considerando el apaño de niños revoltosos que le han tocado. Se ríe cuando ella gruñe… se entristece cuando ella lo hace… No lo entiende… ni quiere. 

Ya muy atrás han quedado sus intentos de ayudarla. No habían brazos, ni manos que permitiesen atraparla justo antes de que la joven se cayera… ni palabras suficientes para reconfortarla cuando ella las necesitaba. Unos minutos más… solo unos minutos más… con ella… aunque ello significara mentirse hasta el extremo de… ¿de qué? No lo recordaba… ni lo deseaba.

Fue entonces cuando apareció él, entre clase y clase. Le sonríe… la anima… la reactiva. Esto molesta a nuestro ser… y mucho. Siente que no está bien, pues parte de sí siente una punción, un dolor intenso, por más que no sepa ubicar dónde. Se altera, se ensombrece… y recrea un aura, oscura, que la envuelve. Él se aleja… ella no sabe por qué. Ella se entristece. Vuelta al inicio… otra vez.

En el coche, ella no enciende el motor. Se queda sentada ante el volante y se pregunta, a sí misma, qué está haciendo mal. Nuestro ser, siempre expectante, le responde, aunque su contestación cae en el olvido del espacio y el tiempo. Sabes lo que quiere expresarle… sabe lo que quiere transmitirle.

«Eres perfecta. No estás haciendo nada mal. Yo siempre te protegeré.»

Mas sus pensamientos no llegan más allá… al igual que sus dedos que… atados por unos hilos que no siente, ya no le dejan tocarla. Duele… pero… hasta cierto punto… no importa. Eso quiere creer. Esto tiene que creer.


***


Los días pasan… las horas avanzan. Ella, tan preciosa a sus ojos, no se detiene. No puede, porque no quiere pensar. No quiere creer que este mundo está siendo cruel con ella, ella que, en todos sus aspectos, se moldea a sí misma con el único objetivo de adaptarse a los demás, ser aceptada tal cual es por los demás. Una lágrima cae, pero sigue… sin pararse… sin jamás detenerse… Así debe ser, pues, en alguna parte, alguien estará allí para… para…

«No puedo.»

No puede. No hay motivo para seguir si no hay un objetivo a la vista alcanzable. ¿Dinero? ¿Fama? ¡Qué más le da todo eso! Únicamente quiere a alguien que la escuche… alguien que, sin efectos del alcohol, esté dispuesto a quedarse junto a ella, por la noche, a sabiendas de que no huirá a la mañana del día siguiente. No puede y esto la hace llorar… inconsciente del público invisible que la observa. Él no lo entiende. ¿Por qué? Porque es perfecta incluso con sus defectos… y los seres perfectos no lloran. Se arrodilla junto a ella, intenta acariciarle la cara, apartar las lágrimas de su rostro, en vano. No puede… porque nada puede hacer al respecto. No lo entiende.

Es cuando ella decide sacar su teléfono. Marca un número ya conocido… un número que pertenece a alguien que sabe que la va a escuchar. Una amiga.

Se desahoga… respira… explica. Palabra por palabra, concepto por concepto… Define su soledad… concreta su tristeza. La presión de los que la rodean, los chicos a los que ahuyenta, una vida que parece vivir a medias… Una existencia así no puede ser posible… no sin alguien en quien respaldarse… no sin tener que recurrir a llamadas cada dos por tres para que alguien con la vida ya montada le suba nuevamente la moral. No quiere ser el lastre de nadie… pero ella… sola… no puede… y él, al fin… lo entiende.

Nuestro ser no se mueve. Recapacita. Recuerda. Tantos días, tantas horas, tantos minutos… ¿Por qué, en un principio? Sí, ella podía ser su imagen de la perfección, pero… ¿Quién era? ¿Qué hacía junto a ella sino adorarla? ¿Qué suponía su presencia junto a ella? ¿Era él el motivo de sus desgracias? ¿Por qué? Él no quería hacerle daño alguno… ¿Por qué pues?

Por amor. Por amor por aquella chica que veía pasar, todos los días, desde la ventana de aquel despacho. No la conocía personalmente, ni había sido lo suficientemente valiente para acercarse a ella y preguntarle, sin más… por su nombre. Ella era… había sido… el sol de su vida… desde las sombras desde las que la contemplaba. Preciosa y perfecta… pero… 

Pero… 

Ahora era demasiado tarde.

Ella acabó por calmarse. Su amiga había conseguido consolarla. No iba a ser suficiente, mas era como la tirita provisional sobre una herida. Se volvería a levantar… volvería a caminar… pero… 

No. No más peros. Él tenía que actuar, al menos por primera y única vez en su tan peculiar existencia. ¿Imposible? Nah. Nada es imposible, siempre y cuando se esté dispuesto a luchar por ello. Lo conseguiría… y, en cierto modo… ya lo había conseguido. ¿Cómo? Porque la respuesta había estado allí, delante de sus narices, desde el principio. Los humanos somos ciegos por naturaleza… solo necesitamos tiempo… para adaptarnos… y salir de la estupidez. Lo haría por ella. Por el amor que siente por ella. 

Solo por ella.


***


Le da dos besos. Se presenta. Es amable a primera vista, ciertamente atractivo visualmente. La joven ve en él a alguien, un antiguo amorío platónico de sus primeros años de adolescencia. No le molestaría seguir conversando con él, pero… ¿su mala suerte la dejaría proceder? Y si fuese así, ¿sería un primer contacto sincero o con interés? Teme arriesgarse. Teme mostrarse tal y como es, porque, hasta la fecha, esta realidad no le ha sido de gran ayuda.

No obstante, siente que, esta vez, algo es diferente. Siente que la comunicación fluye, sin retenciones. Siente un aura positiva que la envuelve, le da cobijo y esperanza. Nota una ligera brisa, casi imperceptible, que empieza a remover su cabello muy lentamente… una extraña presión sobre sus labios… una sensación… de…

«Yo… que en vida no pude decirte lo que quería admitirte con locura, te devuelvo la libertad, pues mi amor por ti es más una condena que una baza a tu favor. Lamento… por mis acciones egoístas… por mi empeño en seguir a tu lado… haberte hecho sufrir tanto… sin ni siquiera haber querido abrir los ojos para darme cuenta de lo que realmente sentías. Sé fuerte. No llores, aunque la vida duela. Mereces seguir… merecer vivir. Te necesito, es cierto… pero te quiero aún más. Por eso me marcho y te dejaré marcharte. Sé feliz. Te amo.»


¡Feliz San Valentín!









lunes, 6 de febrero de 2017

Para Nekotomaru: Un paseo por el parque

Para Nekotomaru: Un paseo por el parque


(Aquí tienes una historia slice of life sobre dibujantes de homoerótica y con animales antropomórficos XD) 





Neko dejó caer el libro sobre sus piernas con un suspiro.

Nada. Nada de nada.

Ni siquiera el formato papel, ya tan anticuado para la época, desbloqueaba su creatividad.

Todo ello no podía caer en peor momento. La fecha de entrega se acercaba… y ni una sola idea. Ni siquiera un atisbo de… lo que fuera…

Se frotó los ojos antes de dirigir su mirada a JP, tirado en el suelo, jugueteando con su iphone 426. Qué fácil era la vida de los humanos… o al menos ahora lo era, dada la degeneración de la especie. Lo envidiaba. Ojalá pudiese volver a los tiempos de antaño en que todo se limitaba a una pelota, una comida asegurada y un hogar al que pertenecer…

Sacudió la cola como muestra de frustración. No podía permitirse un minuto más de vaguería, pérdida de tiempo, como quisiese llamarlo. Sus diseños tenían que estar listos lo antes posible y no había más vuelta de hoja.

La homoerótica le encantaba. Después de todo, tras haber acabado sus estudios de Bellas Artes, e incluso antes, ya había conseguido algún que otro trabajillo relacionado con el tema. Muchos consideraban sus aficiones parecidas a las de un pervertido, pero, no podía importarle menos. Su amor por la anatomía canina, en particular la masculina, no podía ser reprimida. ¿Por qué entonces no sacar provecho de sus gustos? 

Ahora bien, cuando el encargo era de un personaje femenino… Nada podía darle más asco que dibujar unos paños menores del sexo opuesto… o lo que tuviesen debajo…

Volvió a derrumbarse en su asiento. Tantos escenarios, tramas… y, de repente, nada… Como si se hubiese secado el pozo de la inspiración. Por más que sus amigos le aconsejasen tomárselo con calma, las horas seguían avanzado, lo cual ya empezaba a afectar sus horas de sueño y comidas. Necesitaba algo… ver más… vivir más… o simplemente sentir… aunque solo fuese el aire…

—Aire…

¿Por qué no? Un paseo tampoco le vendría tan mal. Y con paseo no se refería a dar una vuelta con JP hasta la esquina más próxima para que hiciese sus necesidades. Necesitaba ir más lejos. 

Ver «más» cosas. Más allá.

—JP. Nos vamos.


***


Le desabrochó la correa y soltó al humano para que correteara por el césped. Neko no era precisamente un perro diurno, pero, por hoy, podía hacer una excepción. El otoño, ya bien avanzado, había repartido aquí y allá puñados de hojas de diferentes colores. Un decorado precioso, salvo para JP que no parecía estar interesado en las mismas prioridades. Un par de hembras, no mucho más lejos, habían captado su atención. No había de qué preocuparse, ya que el humano había sido castrado con anterioridad. Además, al ser de categoría «tecnológico», no era propenso por genética a las peleas. Una preocupación menos.

Neko siguió andando, lentamente, observando a su alrededor. Árboles, naturaleza… nada que no hubiese ya reflejado en mil y una viñetas en blanco y negro o color.

Ya sabía él dónde estaba su problema. En realidad… lo sabía desde hacía tiempo… solo que no quería admitirlo.

No era cuestión del encargo en sí. Era una falta de objetivo propio. Una falta de marca personal. Algo que lo diferenciase de los demás. Cierto era que le encantaba la homoerótica, pero… haciendo lo que hacía… sentía, en sí mismo, que no se diferenciaba mucho del trabajo de un joven cachorro hembra con las hormonas alocadas en busca de dos nuevas víctimas, o más, a las que juntar para recrear su escenario perfecto del apareamiento entre seres del mismo sexo. ¿Ponerse a dibujar unicornios de colores con alto contenido erótico? El concepto ya había sido utilizado y reutilizado hasta la saciedad. 

Necesitaba algo nuevo… algo… diferente.

—¡JP! ¡Vamos!

El humano acudió sin rechistar y pasó de largo para alcanzar horizontes más entretenidos que su amo medio amargado.

—Cuánta felicidad…

Ojalá se le hubiese permitido, a él, hacer lo mismo. Correr así… sin más… Sin nada que le retuviese. Quitarse la ropa, dejarse llevar por el ambiente y solo parar una vez cansado. Aun así, dado el maldito protocolo, la decencia que mantener en sociedad, le era imposible tal libertad. Esta zona no estaba precisamente deshabitada y no era el único paseante allí presente en busca de tranquilidad, o lo contrario, actividad para su mente. Le internarían o, incluso, encarcelarían de atreverse a deambular por allí aunque fuese con un taparrabos. 

Ropa… Entendía, comprendía el hecho, la necesidad de llevarla durante las épocas frioleras del año… pero… era una estupidez. ¿Evitar pensamientos impuros? Él no necesitaba una máquina de rayos X para ver más allá de la tela y sus botones. Cuerpo, figura… incluso el olor de sus pieles… Podía imaginarlo, visualizarlo todo… seguramente por culpa de su trabajo.

Ojalá fuese todo más fácil…

Ojalá no hubiese nacido en este cuerpo tan limitado, por más beneficios que tuviese…

Ojalá pudiese haber sido… ¿humano?

Fue entonces cuando la chispa se encendió en su cabeza. ¿Por qué no? Cosas más raras se habían escrito, dibujado hasta la fecha. ¿Podría categorizarse de… pornografía? ¿O zoofilia? No estaba precisamente pensando en un cruce de especies, sino… en una caninanización de los humanos. Si los unicornios habían sido mancillados, ¿por qué no…? Aportarles, devolverles unos rasgos más responsables, de libre albedrío… La de historias que podrían derribar de ello…

¿Le llamarían enfermo, loco? ¿En esta sociedad donde no tienen vergüenza alguna en pasar contenido adulto durante el horario infantil y los políticos retuercen el país a sus anchas? Seguramente… pero… la idea era atractiva. Podría empezar con un contenido ligero… e ir profundizando con el tiempo. ¿Quién sabe? ¿A lo mejor gente, en el futuro, se volvería fan de este nuevo movimiento?

Acarició suavemente la cabeza de su humano.

¿Qué es la locura sino una nueva manera de ver la vida?

Le sonrió. Esto no solucionaría el problema de su encargo, pero, al menos, le daría una dirección por la que seguir. Ser humano… Convertir a sus personajes en humano… ¿Por qué no?

—Añadámosle locura a este planeta.

¡He vuelto!




¡Sí, señoras y señores! ¡He vuelto! Mi compañera de traducción y yo hemos conseguido superar los obstáculos del camino y llegar hasta vosotros, otra vez. Me dispongo pues a seguir actualizando este blog con frecuencia. 

¡No dejéis de enviar peticiones!

Por otro lado, tengo una duda que plantearos. Dado el contenido a veces un poco particular de ciertos textos, estaba pensando en añadir un iconito, una marca, que diferenciase los textos para todos los públicos de aquellos que tuviesen referencias sexuales, violencia o inclinaciones un tanto diferentes a lo que piensa, o vive, la sociedad en su mayoría. Sin embargo, considero, como bien ya lo he comentado, que se trata de un blog libre y que cualquiera que se aventure a leer estas historias es ya mayorcito para saber lo que hace. Los tags ya indican de qué va la historia, así que... Informados ya estáis. (Y no me preocupo por los adolescentes. Son incluso más perversos que yo, así que un blog como el mío no los va detener, ni os va a detener).

¿Qué pensáis al respecto?